El Diálogo social aportó a la transformación de las relaciones sociales, políticas, culturales en el país, fortaleciendo una ciudadania activa. Para ello, facilitó procesos de diálogo entre diversos actores, sectores y comunidades afectadas por el conflicto para construir aprendizajes y acuerdos con perspectivas de futuro frente a conflictos presentes en los territorios.
Los procesos de convivencia se dividieron en dos momentos:
Permitieron visibilizar la importancia las experiencias que surgieron en medio de la guerra y le apostaron a transformar las realidades de los territorios para construir la paz. De estos se obtuvo insumos y recomendaciones para la no continuidad del conflicto.
También promovió 6 procesos territoriales para construir acuerdos por la convivencia y el buen vivir, e impulsó el Gran Acuerdo por la Convivencia en las que participaron 25 experiencias territoriales.
Se dieron a través del acercamiento a las comunidades con procesos avanzados de construcción de paz. Los acuerdos de convivencia y buen vivir buscaron articular el trabajo de lado y lado para superar la estigmatización y el conflicto armado.
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