Los narcotraficantes buscaron acceso a lugares estratégicos, por su cercanía al mar, para realizar los envíos internacionales. Los golfos de Urabá y de Morrosquillo fueron lugares de salida de la droga, que pasaban por los municipios de San Bernardo del Viento y Tolú, en Córdoba, y por Necoclí y Turbo, en Antioquia.
El tráfico de drogas estaba aunado al negocio del contrabando y al mercado de armas hacia países centroamericanos como Guatemala, México y Panamá. Una mujer del Caribe le contó a la Comisión que: «desde la década de los sesenta o setenta ya había narcos en Córdoba. Yo pienso que un poco recogieron la tradición de los contrabandistas de la costa cordobesa que son 127 kilómetros de costa, y empezaron a utilizar primero el departamento para sacar la droga en aviones o en lanchas».
No sólo los puertos y zonas costeras sirvieron como lugares de salida de las drogas, haciendas y carreteras fueron ampliamente utilizadas. Los caminos que comunicaban los departamentos de Antioquia y Córdoba, a través de la Serranía de Abibe, fueron escenario del negocio ilegal y muchos predios fueron adquiridos por narcotraficantes antioqueños como alias Pelusa, quién compró tierras como la conocida hacienda La Virgen del Cobre, en Necoclí, en el norte del Urabá antioqueño.