Las actividades ilícitas en torno a la coca en el Cauca comenzaron en los años setenta. Aunque la «bonanza marimbera» se extendió hasta mediados de los ochenta, hacia 1973 había empezado el auge de la cocaína. Debido a la demanda de esa droga en el mercado internacional, en el Cauca comenzaron a crecer los cultivos de coca, alcanzando las 617 hectáreas (aproximadamente 500.000 matas). Aunque había algunos en el norte, se ubicaban principalmente en el sur debido a la dinámica del negocio que se estaba consolidando en Putumayo y Caquetá. El poder adquisitivo proveniente de la venta de hoja de coca permitió a los cultivadores (en su mayoría campesinos e indígenas) la adquisición de bienes –en ocasiones incluso compraron electrodomésticos que no podían usar porque no tenían servicio de electricidad–, pero también generó roces con las comunidades y los comerciantes legales como resultado de los cambios culturales y productivos.