Las ACCU no eran un simple ejército privado de narcotraficantes sino que tenían vocación de dominio sobre el territorio. Por lo menos tres factores favorecieron su vertiginoso crecimiento. De un lado, la guerra en el Urabá entre las FARC-EP y los Comandos Populares (grupo armado creado por desmovilizados del EPL en 1992), y posteriormente con la facción disidente del EPL. Del otro, la continuación y reforzamiento de la alianza paramilitar entre sectores del narcotráfico, la fuerza pública y políticos. Por último, las Convivir, que no solo devolvían al país a la legalización de las autodefensas sino que convocaron a sectores económicos y empresariales a este entramado.