La herida en la legitimidad del Acuerdo de Paz que produjo perder el plebiscito por un estrecho margen implicó que el proceso de implementación se abriera paso en una sociedad partida, entre quienes consideraron, a partir de la experiencia más reciente del conflicto, que el proceso de paz era una rendición sin concesiones de un grupo armado y entre quienes consideraron las conversaciones y los acuerdos de paz como la excusa perfecta para desencadenar una serie de reformas necesarias. En el fondo, en la contienda del plebiscito, estaban en disputa dos percepciones sobre cómo terminar la guerra y sobre la democracia.