El 17 de febrero de 2012 cerca de 20.000 campesinos llenaron el coliseo de Necoclí, en el Urabá antioqueño. Iban a encontrarse con el presidente Santos, quien presentaba en sociedad la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Más de cuarenta años atrás, Carlos Lleras Restrepo había alentado la organización de los campesinos para lograr la reforma agraria. Esta vez, Santos aplicaba la misma fórmula para alentar la implementación de la Ley que acababa de aprobar el Congreso, a pesar de la fuerte oposición de Uribe.
Necoclí no era un pueblo elegido al azar. En Urabá y Córdoba estaban siendo asesinados los líderes que reclamaban las tierras despojadas por la alianza de empresarios, políticos y paramilitares. Particularmente, los herederos del proyecto paramilitar que habían encarnado los hermanos Castaño y que se habían legitimado a través del Fondo Ganadero de Córdoba y de Funpazcor. Ese día Santos dijo: «Esto no es una lucha de ricos contra pobres, esto no es una confrontación entre campesinos y terratenientes, esto no es una lucha de clases, esto es simple y llanamente una cruzada de lo legal contra lo ilegal, esa cultura de la ilegalidad que durante tanto tiempo ha hecho estragos en este país, en este departamento y en esta ciudad». (El Nuevo Siglo, «Marcha en Necoclí, mensaje a usurpadores de tierras: Santos», El Nuevo Siglo.)