«¿Cómo cree Carlos Castaño que se lo imaginaban los colombianos?». Así empieza la entrevista a Carlos Castaño realizada por Darío Arizmendi y emitida por el Canal Caracol el 1 de marzo del 2000. Esta fue la primera vez que Castaño mostró su rostro ante los medios de comunicación.
La emisión de la entrevista, de acuerdo con el diario El Tiempo, registró un rating superior a los 19 puntos (un éxito televisivo). En el escenario en que se realizó la entrevista puede verse a Castaño sentado en frente de su entrevistador, vestido con camisa y corbata, al igual que Arizmendi, en lo que parece ser el pasillo exterior de una casa. Esta entrevista fue emitida tan solo una semana después de la masacre perpetrada por las AUC en el corregimiento bolivarense de El Salado. A la pregunta del entrevistador, Castaño respondió: «Una persona común y corriente que ha tenido que ocultar su rostro por medidas de seguridad y que supongo algunos piensan que soy un hombre violento, un hombre de guerra, pero no. Yo creo que soy un hombre con vocación de paz» (Entrevista a Carlos Castaño [videograbación] / entrevistador Darío Arizmendi).
La entrevista a Castaño fue paradigmática porque ponía en escena a un actor político y, por ende, a una narrativa concreta en un momento de búsqueda de una salida negociada al conflicto. A esta aparición de marzo se le sumaría una segunda entrevista a profundidad, realizada por Claudia Gurisatti para el programa La Noche del Canal RCN, el 9 de agosto del 2000. Esta exposición mediática precedió, a su vez, la publicación en el año 2001 del libro Mi Confesión, escrito por el periodista Mauricio Aranguren, en el que Castaño contó su historia personal y la enlazó con el relato de distintos hechos ocurridos en el marco del conflicto. Mi Confesión se convirtió en un éxito editorial llegando a vender más de 100.000 ejemplares y alcanzando en octubre de 2002 la onceava edición.
Castaño se presentó como una víctima. Al ser arrastrado a la guerra luego de quedar huérfano, desarrolló un personaje vulnerable, con conflictos personales y cuya misión era genuina. Este relato le permitió interpelar a la audiencia a partir de una historia de vida en la que se podía sentir identificada. Castaño sufrió los embates del conflicto, tuvo que lidiar con la pérdida de su padre, sintió deseos de venganza por haber sido ultrajado y, posteriormente, buscando justicia por sus propias manos, dio un sentido a su lucha. En su relato, también se hicieron presentes valores como la lealtad. Para Castaño era intolerable la traición.