La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras era una pieza esencial en el ajedrez del proceso de paz que estaba en gestación. Así lo entendió el entonces ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo: «la paz duradera del país -siempre se ha dicho- pasa por el meridiano de la solución de los conflictos agrarios». En una larga trayectoria de décadas, las víctimas conquistaron la noción de que ellas no eran objeto de solidaridad por parte del Estado o la sociedad, como estaba establecido por mucho tiempo, sino sujetos de derecho. Ese viraje se materializó en esta Ley.