Casi todas las guerras, sean conflictos internacionales o internos, tienen un hito que marca su comienzo: el disparo contra un archiduque, la invasión de un territorio, un florero que se rompe, una palabra de agravio, y así. Este suele ser el clímax de una conjunción de factores sociales y políticos que van entrelazándose hasta asfixiar las salidas democráticas y civilizadas. La historia de la humanidad ha demostrado que es mucho más fácil soltar el primer tiro que lograr un armisticio, cuando la sangre ya inunda los campos. La guerra suma mayores agravios a los que ya le habían dado origen a ella misma; por eso, a pesar de que existan desarmes, treguas, perdones y procesos de paz, las heridas van quedando una sobre otra. Estas, en ocasiones, deforman el rostro de las naciones y entrelazan las violencias de manera que ya no se pueden separar unas de otras.
La Comisión de la Verdad busca dar cuenta de la complejidad histórica que subyace en el conflicto armado colombiano, de su origen y desarrollo, de las iniciativas para ponerle fin, de las corrientes que mueven el reciclaje de la violencia y de la profundidad del dolor que esta ha ocasionado. Para esto, la Comisión de la Verdad ha escuchado las voces de miles de sobrevivientes, excombatientes, protagonistas, testigos de excepción, pensadores que durante décadas han tratado de entender los motivos de este enfrentamiento fratricida. La violencia en Colombia tiene múltiples fuentes. Es mutante y diferenciada, dependiendo del momento y el lugar; adquiere una u otra característica, según la aproximación con la que se estudie.
La Comisión de la Verdad toma el año 1958, con la creación del Frente Nacional, como un partidor de aguas entre la guerra civil bipartidista y el conflicto armado interno que vivió Colombia durante más de medio siglo. Por eso inicia en ese año su proceso de esclarecimiento. Sin embargo, considera que también es necesario abordar un periodo de contexto, que permita explicar cómo se imbricaron los hechos que desataron la guerra. Por eso se remonta a los años veinte, cuando comenzaron a expresarse problemas sociales y de clase. Con esto no se pretende mostrar una continuidad absoluta, pero sí enmarcar un proceso de larga duración.
El instrumento utilizado para ordenar los acontecimientos del conflicto colombiano es la periodización. El tiempo, en diálogo con el ordenamiento espacial o territorial, son los ejes sobre los que se construye la narrativa histórica. En esta espiral se destacan los hechos o hitos que adquieren un sentido o significado especial para el país, para una región o un grupo social, ya sea porque producen cambios o porque generan un mayor impacto en la comunidad.
La periodización no es una herramienta neutral. Los hitos y coyunturas resaltadas suponen o sugieren un propósito y, por lo mismo, una narrativa explicativa que responda a una pregunta: ¿por qué el proceso de democratización se ha enfrentado a una persistente violencia?
En su versión multimedia, No Matarás presenta el relato histórico de una forma no lineal, a través de 24 sucesos históricos o «hitos» que cambiaron el curso de la paz y de la guerra en Colombia. Se trata de una sucesión creciente de acontecimientos que se alejan progresivamente de su origen violento, a la vez que giran alrededor de él. La espiral puede ser recorrida de forma cronológica, también desde cualquiera de sus partes o a través de los filtros de navegación sugeridos. La invitación es a distanciarnos definitivamente de la violencia y romper con la espiral del conflicto.