"[...] Cuando fuimos amenazados por la guerrilla en San Vicente, no hubo oportunidad de agarrar nada: o sea para salir en ese momento, lo que teníamos puesto y el muñeco [...], Nico para todos lados nos acompaña. Ahora que estamos acá, hace más de cuatro años, desde que fuimos desplazados por la violencia, siempre nos acompaña y cuando uno de pronto lo mira, llega ese recuerdo de la violencia que uno vivió, de dónde venimos. Mi hija duerme todavía con el muñeco".