"El 17 de noviembre de 2008 salí, como todos los días de casa, a clase de 7 a. m. sin saber que no regresaría [...]. La carpeta había salido de casa conmigo destinada a convertirse en la certeza de que era(mos) quien(es) decía(mos) ser. Cruzó por tierra con nosotros –durante tres meses– el sur del continente, junto a la esperanza y la culpa de seguir vivos y libres [...]. En el exilio mi carpeta y yo seguimos acumulando papeles que a la hora del regreso volverán a dar cuenta de que soy y somos quienes decimos ser."