En abril de 1993 se realizó la Octava Conferencia de las FARC-EP. Once años atrás, la anterior conferencia había decidido el plan estratégico para la toma del poder basado en dos pilares: la guerra y la negociación política. En aquel entonces, la coyuntura era favorable para la negociación. Ahora ocurría lo contrario. Las puertas del diálogo estaban cerradas, las FARC-EP se habían duplicado y expandido. Eran 48 frentes en todo el país. Las relaciones con el Partido Comunista se habían deteriorado y la orden era construir estructuras clandestinas en campos y ciudades. La economía de las FARC-EP crecía especialmente en las zonas productoras de coca y, por ende, aumentaba también la compra de armas.