A inicios del siglo XX, el presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt reformuló la doctrina que previamente, en 1823 el presidente James Monroe llamó «América para los americanos», con el fin de aumentar su dominio comercial y político en el continente, especialmente en el Caribe. El rol de Estados Unidos se caracterizó por una particular mezcla de negocios y armas, algo que conoció Colombia desde la pérdida de Panamá en 1903. Esa separación del istmo, auspiciada y respaldada por Roosevelt, alimentó en las élites colombianas una especie de derrotismo y aceptación del predominio estadounidense en la relación bilateral.