El 9 de julio de 1998, el presidente electo Andres Pastrana viajó a la selva a reunirse con el jefe guerrillero Manuel Marulanda. Cumplía su palabra de encontrarse frente a frente para acordar lo básico del proceso de negociación. En ese primer cara a cara Pastrana se comprometió a desmilitarizar un área de 42.000 kilómetros en cinco municipios del sur del país donde las FARC-EP tenían su retaguardia. La reunión dejó claro que dos sentimientos gravitaban en las FARC-EP: la demanda de reconocimiento político y la desconfianza.