Con la confianza rota y los diálogos al borde del colapso, Pastrana se jugó una última carta: viajó al Caguán el 9 de febrero de 2001 y se entrevistó personalmente y a solas con Manuel Marulanda. Era la primera vez que el máximo jefe de esta guerrilla se reunía frente a frente con un presidente. Según los exguerrilleros, Marulanda le dijo al presidente que para salvar el proceso debía acabar con el paramilitarismo. De este encuentro salió el Acuerdo de Los Pozos, que intentaba salvar el proceso de paz y ponía en el centro de la discusión el cese del fuego y las hostilidades. Paralelamente, en Santa Fe Ralito, políticos y paramilitares firmaron un acuerdo para “refundar la patria”.