En 1982, con la llegada de Belisario Betancur a la Presidencia, se abrió una oportunidad para darle una salida política al conflicto. Sin embargo, esta oportunidad coincidía con la conformación de una coalición violenta entre narcotraficantes, sectores de la Fuerza Pública y élites económicas y políticas locales que se denominó Muerte a Secuestradores (MAS). Esto hizo que la apuesta de paz de Betancur, que se constituyó como el primer intento serio para darle una solución al conflicto armado interno, se viera ahogada en medio de actores que fueron catalogados como «enemigos agazapados de la paz».
El 7 de agosto de 1982 el presidente conservador Belisario Betancur (1982-1986) dejó claro en su discurso de posesión que pondría todos sus esfuerzos en la paz. Betancur ganó las elecciones con la propuesta de un gobierno suprapartidista, en el que participaron las dos corrientes del liberalismo derrotadas en las elecciones: la oficial y la del Nuevo Liberalismo, que emergía como un fenómeno en cabeza de Luis Carlos Galán. Así su convocatoria para la paz involucró a todos los partidos. Para él, las causas del conflicto armado se centraban en la pobreza y la desigualdad social y política, tal como lo había señalado desde finales de los años cincuenta la Comisión Investigadora de las Causas de la Violencia. Su gobierno se proponía ampliar la democracia y pagar la deuda social.
El presidente se enfrentaba a unas guerrillas cuya estrategia era la toma del poder a través de la insurrección, que tenían como prioridad buscar recursos para la guerra, y que no dejaron pasar la oportunidad para explorar una salida política, o encontrar una plataforma para la propaganda y la acción pública. El diálogo se convirtió en un escenario en el que había que mostrar fuerza para sentarse a negociar y el cese al fuego entre el Estado y las guerrillas fungió como un punto de discordia que expresaba las tensiones y conflictos detrás de esa primera oportunidad para la paz.