Al llegar al poder, el general Rojas Pinilla decretó una amnistía con el lema «paz, justicia y libertad para todos», que incluía a los grupos de autodefensa, a la policía chulavita y a los militares que estaban presos por el intento de golpe de Estado a López Pumarejo. Al llamado de dejación de armas acudieron las guerrillas del Llano y un grupo significativo de las liberales, especialmente los Limpios.