Los momentos donde se han hecho acuerdos de paz han sido los más democratizadores y modernizantes para Colombia. Han significado saltos cualitativos en la construcción de Estado y nación. Sin embargo, esa paz ha sido frágil porque se abandona o no se le pone demasiado empeño a cuestiones relacionadas con la estructura política, económica y social del país. La paz en Colombia sigue siendo predominantemente negativa: el silencio de los fusiles. Quizá por ello el país tiene amplia y destacada experiencia en procesos de reincorporación. La tríada reincorporación/rehabilitación/reconciliación que estaba en el espíritu de la paz de Betancur quedó coja, especialmente la reconciliación. Las instituciones, la economía, la sociedad le han dado todo a la guerra: los impuestos, la narrativa, sus hijos. Es poco el chance que se le ha dado a la paz como programa de largo plazo. Tampoco se ha hecho un esfuerzo serio por la reconciliación entre los colombianos.