Las muertes ocurridas en las masacres conocidas como la «masacre de Trujillo» comenzaron en 1986, pero se agudizaron luego de que en 1989 los campesinos hicieran un paro cuya vocería estuvo en cabeza del sacerdote Tiberio Fernández, un activo religioso que había organizado cooperativas y proyectos económicos y sociales con la población.