En Barrancabermeja, Santander, tres meses antes del magnicidio, se produjo una huelga que buscaba la nacionalización del petróleo y que había contado con el apoyo decidido de Gaitán. Cuando se produjo el crimen, los trabajadores y pobladores de Barrancabermeja salieron a la calle con la consigna de hacer justicia por su propia cuenta, atacando a los conservadores y pidiendo la caída del régimen. Pero rápidamente la manifestación espontánea se transformó en un movimiento organizado, que fue liderado por los trabajadores petroleros, bajo la consigna del «poder popular». Así se consolidó la llamada Comuna de Barranca, la cual se articuló en una Junta Revolucionaria, con un alcalde, el concejal gaitanista Rafael Rangel Gómez y unas milicias obreras.
El Ejército y la Policía les dieron a las milicias 21 fusiles y 150 cartuchos, y por lo menos 250 machetes fueron tomados de la Tropical Oil Company. Así, la Junta, el alcalde y las milicias, lograron controlar desde Puerto Wilches hasta Puerto Boyacá, todo el corazón de lo que hoy se conoce como Magdalena Medio. Una semana después el Gobierno entró a Barrancabermeja y encarceló a los sublevados. Esas juntas revolucionarias dieron paso a las guerrillas liberales que actuarían en las décadas siguientes. Tres años después se creó la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol) y se puso fin a la concesión de la Tropical Oil Company. El Gobierno entró en la era de los contratos de asociación para la exploración y explotación del petróleo.