En julio de 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó al dictador Anastasio Somoza en Nicaragua. Este hecho incrementó la percepción de las guerrillas de que podían llegar al poder a través de las armas. Las imágenes de los guerrilleros enarbolando banderas rojas y negras por las calles de Managua marcaron a la generación de los años ochenta tanto como lo hizo la revolución cubana en los sesenta. En Centroamérica estaban vigentes múltiples conflictos armados y en cada país se hablaba de la posibilidad de espacios territoriales donde las guerrillas ejercieran su poder, las llamadas zonas «liberadas».