El 30 de abril de 1984, apenas a un mes de haberse firmado una tregua entre Gobierno y las FARC-EP, los narcotraficantes asesinaron al ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla. Este no solo fue un argumento para decretar el estado de sitio en todo el país, también cambió al Gobierno y la historia de Colombia. Ese día se abrió un frente de guerra: la de un sector del narcotráfico en cabeza de Pablo Escobar contra el Estado y la de un sector del Estado contra los narcotraficantes del Cartel de Medellín.