La Comisión Nacional Investigadora de las Causas Actuales de la Violencia impulsada por el presidente Lleras Camargo estuvo integrada por siete personas: tres políticos, dos sacerdotes y dos militares que dejaron los escritorios en 1958 y durante nueve meses fueron a las veredas, se entrevistaron con cientos de víctimas y sobre todo con los llamados bandoleros . Aunque la Comisión no entregó un documento final, promovió 52 pactos locales de paz y convivencia, cuyo papel para aplacar el enfrentamiento entre liberales y conservadores fue muy relevante.
La Comisión no entregó un documento final porque como señaló Otto Morales, uno de sus integrantes, «no pudo llegar a un informe consensuado entre sus miembros, así que la solución fue que cada integrante le contara al presidente sus propias conclusiones y dejara a su criterio las acciones a seguir».(López Hernández, ¡Adiós a las FARC! ¿Y ahora qué?, 159)
La principal conclusión de los comisionados fue que la violencia tenía un origen social, en la pobreza, el abandono y la desigualdad, lo cual hacía propensos a los colombianos a matarse entre sí. Una de sus recomendaciones fue reconstruir el país que había quedado devastado por la guerra civil conocida como La Violencia.