En una hoja en la que se encuentra la silueta de un cuerpo humano (adulto-niño) se invita a que los participantes ubiquen, dibujen y describan aquellas marcas que tienen sus cuerpos y de las que quisieran compartir su historia. Luego, de forma individual se propone que hagan el mismo ejercicio con las cicatrices que no son visibles. El orientador incentiva a que los participantes se comprometan en sus propios relatos e invita a quienes consideren a compartirlos.