En 1999, en una vereda del Tolima, una guerrillera que rompió las reglas de las filas al parir, le entrega su bebé recién nacida a una mujer campesina y le ordena cuidarla. Doce años después, el Estado inicia una persecución en contra de la campesina y la acusa de ser colaboradora de las Farc-EP por haber criado a la niña como suya.