La entrega del Informe Final se pensó como un acontecimiento que marcara un quiebre en el tránsito hacia un país distinto, y que convocara a amplios y diversos sectores de la sociedad a hacer parte de ese camino.
Antes de entregar el Informe, la Comisión implementó acciones comunicativas, pedagógicas, de apropiación y movilización para preparar a la sociedad para recibirlo. Estas acciones promovieron la escucha activa, generaron expectativa y comprometieron a diversos actores con la convivencia y la no repetición.
Para generar un sentido compartido sobre lo ocurrido en el conflicto armado y lo que hay que hacer para construir un futuro distinto, se creó una narrativa clara, directa y concisa. De este modo, se garantiza que pueda llegar a amplios y diversos públicos. Además, la Comisión definió que el Informe, más allá del texto, debía ser una apuesta transmedia en múltiples lenguas, contenidos y formatos, tanto análogos como digitales.
La Comisión identificó cerca de 3.300 aliados, quienes fueron una pieza fundamental para preparar a la sociedad con la llegada del Informe, para divulgarlo y apropiarlo cuando fuera público. De este modo se mantiene vivo el Legado construido y se da continuidad a los procesos de convivencia y reconocimiento, al vez que se incide en la implementación de las recomendaciones para la no repetición.
En marzo de 2021, la oficina de Presidencia de la Comisión inició un proceso de caracterización y relacionamiento con esos aliados, con el fin de ampliar la red y propiciar escenarios de articulación de cara al Informe. Para ello, se circuló información que promovía la comprensión de los contenidos, y se compartían metodologías y herramientas mediante un debate democrático alrededor del Informe.
La Comisión también trabajó con actores políticos nacionales para aclarar expectativas, disminuir resistencias e informar sobre la llegada del Informe Final. Esto se hizo en articulación con organizaciones de víctimas nacionales y territoriales; plataformas de derechos humanos; movimientos sociales; entidades públicas; gremios y empresarios; bancadas alternativas en el Congreso; medios de comunicación, y líderes de opinión. Con estos actores se diseñaron rutas específicas para implementar las recomendaciones de la Comisión.
Con el fin de homologar el proceso para la llegada del Informe Final la estrategia pedagógica aportó herramientas para impulsar el trabajo en red con aliados. Para ello se mapearon todos los materiales pedagógicos producidos por los diferentes equipos y se organizaron en una matriz compartida con los aliados. Los materiales pedagógicos y escenarios de formación articularon comunidades de aprendizaje y práctica para la apropiación del Legado y el Informe, y sistematizaron metodologías replicables.
Además, la Comisión dinamizó las iniciativas: Generación V+ y Que la Verdad sea Dicha, en las que, a través de acciones y escenarios de aprendizaje sensibles, de escucha y diálogo, se privilegiaban las preguntas, el pensamiento crítico y la alteridad.
La estrategia cultural y artística de la Comisión se articuló con comunidades para reflexionar sobre los impactos del conflicto en la cultura y las formas en que expresiones e iniciativas han servido para afrontar la violencia, reparar simbólicamente y lograr transformaciones positivas. El legado se articuló con estas expresiones para preparar a la sociedad para la llegada y apropiación del Informe, y movilizar con acciones que generaran empatía y emoción.
Su propósito fue posicionar el valor de la verdad como un bien público; transitar del relato trágico al relato esperanzador; comprender las prácticas sociales y culturales que definen a la sociedad; promover el diálogo público desde lenguajes creativos, y aportar al reconocimiento del valor de las comunidades y de las artes para denunciar, resistir y sanar.
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